Este domingo 2 de mayo de 2021, siendo el primer domingo de mayo, nos acordaremos…
La Permacultura ante la crisis del 2020
Dado el gran impacto que recibimos de los cambios sociales que se están produciendo este año 2020, nos preguntamos cuál podría ser el rol de la permacultura. Para situarnos, partimos de la base de que estamos sumidos en una gigantesca espiral de erosión con ciertas características que demandan un análisis actualizado. Recordando nuestra infancia, podríamos definirla mediante una imagen gráfica sacada de nuestra primera visita a una montaña rusa y la sensación que nos provocó al arrojamos a toda velocidad por su caída libre. El cuerpo físico nos advertía de un peligro inminente, la mente recurría a un control férreo inusitado y el miedo se mezclaba extrañamente con una sensación de placer prohibido. ¡Y todo esto a la vez!
También contamos en aquella ocasión con un gran caudal de energía cinética acumulada durante el descenso. Ahora, en medio de la cruda realidad reinante, ese impulso nos sirve para elevarnos a una altura suficiente como para salir disparados más allá del clima de oscurantismo desinformativo. Podemos redirigir nuestra vida hacia el castillo inflable multicolor de la zona de juegos infantiles situada en los aledaños de aquel monstruo chirriante. La brújula interna necesaria para este viaje catártico necesita de la complicidad de algún mecanismo externo que consiga esquivar cualquier resistencia externa o interna, de un sistema de pilotaje capaz de desviarnos in extremis del choque contra un futuro cercano de totalitarismo estatal digitalizado.
El año 2020 es esta pista de lanzamiento. Y montadas en este tren de feria descarrilado en pleno descenso varias preguntas nos asaltan: ¿Es la permacultura un sistema de diseño capaz de tutorizar una situación tan comprometida como ésta y convertirla, al menos para una minoría, en una espiral de abundancia real? ¿Existe alguna forma especial de aplicar sus conocimientos para adaptarse a las características específicas del escenario que estamos cocreando? Y, dado que en el problema está la solución, ¿deberíamos investigar las claves que nos hagan decodificar el mensaje cifrado que se haya oculto bajo la espesa nube de noticias que nos bombardean, para entender la danza sagrada entre el Nuevo Orden Mundial y el Nuevo Paradigma de Acuario?
La solución, como siempre, parte de la observación a vista de pájaro y de la apertura mental a renovadas formas de aplicar los principios estructurales de la permacultura. El resultado orgánico de esta combinación podría desembocar en una hoja de ruta que atraviese el intrincado laberinto de riesgos múltiples y sepa monitorear permanentemente su rumbo para afinarlo con el clima cultural. Uno de esos peligros es el aumento de la dependencia externa sobre nuestras decisiones personales y otro el desconcierto colectivo ante un declive social que sufre de “¡sálvese quien pueda!”. El punto de equilibrio de este baile consiste en saber protegernos individualmente y, a la vez, incluir a los movimientos cívicos que forman la contracultura.
El acto de la observación incluye todos los factores y abarca todas las dimensiones con la misión de completar y mantener una visión realista de la situación global. Para diseñar hoy a escala planetaria, ¿dispone la permacultura de una visión así? Si la pinta que tiene esto es tan catastrófica, ¿sería indefectible prever las consecuencias de la guerra de baja intensidad actual y diseñar un plan alternativo? Si el estrecho callejón presente ofrece solo dos salidas claramente diferenciadas y excluyentes, ¿cuáles serían? ¿En cuál de ellas prospera la permacultura? ¿Qué condiciones debemos reunir para formar parte de los selectos precursores que darán el salto y acertarán a caer en aquel castillo inflable multicolor contiguo a la espiral descendente?
La inclusión de los movimientos cívicos no significa convertirnos en parte de una disidencia controlada, pero sí revisar, gracias al papel de este civismo autogestionado, la parte del sistema social predominante que todavía contamina a la permacultura. Una de estas toxinas sistémicas podría ser la tendencia a sobrevalorar el aspecto del cuidado de la tierra a sabiendas de la importancia que tiene la gestión de los conflictos personales en el éxito de cualquier proyecto. Las rebeldes están muy necesitadas de orientación y formación práctica para el largo y tortuoso camino que les espera en su proceso de emprendimiento. Para nuestra colaboración mutua contamos con la sabiduría del espíritu grupal y la fuerza de la necesidad imperiosa.
Son muchos los campos de aprendizaje que descubre un novato superviviente del sistema. El decrecimiento, el huerto, la bioconstrucción, la reducción de la huella ecológica y la dieta se mezclan a partes iguales con la integración en una red local, la autogestión de la salud, el desarrollo personal, la educación libre y la consciencia planetaria. Siendo tan radical la demanda de cambios personales y dado nuestro compromiso por actualizarnos o morir en el intento, ¿debería la permacultura cuidar especialmente a este sector de población en el que todas, en mayor o menor medida, estamos incluidas? ¿Sería esto bueno para preservarnos del aislamiento social sin que esto implique la invasión de nuestras granjas por las urbanitas?
Y para finalizar, ¿cómo puede la permacultura llegar a ofrecer todo su potencial para ayudar al mayor número de despertados por la crisis destructiva mundial sin verse perjudicada, sino favorecida? La resiliencia es la vara de medir para respondernos. Este concepto tan subjetivo consiste en superar situaciones traumáticas de forma rápida y eficaz. Para ello, necesitamos profundizar en las estructuras invisibles del viejo paradigma y las causas visibles que presagian su muerte. Mientras tanto, ¿cómo traduzco esto a mi crisis cotidiana?, ¡si no sé por dónde empezar, ¿qué hago?! Muchas colapsamos nuestro estilo de vida y empezamos por cuidarnos a nosotras mismas y a nuestro pequeño entorno, sea este rural o urbano, con más amor propio.
Ulises Libre - miembro del anillo Zona 00 de Permacultura Íbera - Noviembre 2020 - España